sábado, 4 de marzo de 2017

Inés y Alex.

No está lloviendo, no estamos en medio de una calle ruidosa y no estamos rodeados de gente. Estamos en el medio de la vereda de una calle poco concurrida, a solas y el cielo está espectacular. Quiero besarlo, quiero besarlo demasiado. Y sé que él quiere, pero no me animo a acercarme y solamente darle un beso ¿Por qué nos complicamos tanto la cabeza con cosas que son tan sencillas? Si queres besarlo, hacelo, por Dios Inés.  ¿Por qué inventamos problemas donde no hay ningún problema? Entonces sucede. Nos miramos fijamente y sabemos que ese momento es únicamente para nosotros y nos acercamos y nos besamos. Es tierno, es cálido y es delicado. Mierda, hacía tanto tiempo que nadie me besaba de esa forma, me siento volar alto y fuera  de este mundo. Casi podría asegurar que estamos en una burbuja y no quiero salir de acá nunca.  Acaricia mi cara ¿qué clase de persona que conoces en una aplicación de citas hace eso? Alex, únicamente Alex. Y mientras intento entender apenas un poquito de lo que está pasando sus labios se separan de los míos y me sonríe y le sonrío de vuelta y sé en ese momento que tenemos algo especial y que no pienso dejarlo ir. 

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Ya ni me acuerdo como se hacía esto